viernes, 26 de abril de 2013

Vuelta a las eternas discusiones en torno a la utilidad de la filosofía, a la pertinencia o no acerca de su presencia en el curriculum de nuestros estudiantes de Bachillerato.
Ayer, en clase, volvió a surgir el debate en torno a las materias que, según parte del alumnado, no "sirven para nada" y están obligados a estudiar en cada uno de los cursos de Bachillerato.
La pregunta de uno de mis alumnos fue ¿para qué sirven las cosas que estudiamos en clase? ¿para qué sirven la religión, la filosofía...?
Aquí el revuelo en clase fue considerable, con los comentarios de algunos alumnos que hacían referencia directa al planteamiento de mi presencia, como profesora de filosofía, en clase.
Siempre me he sentido un poco maniatada para poder explicar la que considero que es la principal utilidad de la filosofía. Ayer no estaba dispuesta a caer en la trampa de no afirmar la utilidad de la filosofía, por no querer caer en la trampa de tener que defender su existencia frente a otras materias que nadie se cuestiona. Ayer sí expliqué la que, desde mi punto de vista, es la utilidad principal de la filosofía.
Nuestro sistema formativo debe formar personas capaces de defenderse y de actuar ante las situaciones que en un futuro más o menos inmediato se les van a plantear, como profesionales en el sector que cada uno de los estudiantes y cada una de las estudiantes decidan emprender; pero, ante todo, ha de formar "personas", con criterio, con posibilidad de elegir entre las múltiples opciones a las que habrán de enfrentarse, con posibilidad de discernir entre aquello que realmente les conviene, con capacidad para decidir qué tipo de vida es la que quieren. Y eso no se lo enseña las matemáticas (fundamentales para casi cualquier aspecto de la vida actual o la física), esa competencia "personal", esa capacidad crítica de desarrollo personal sólo es capaz de proporcionarla la formación en filosofía.
El ser humano ha llegado hasta dónde ha llegado (no sé, a veces, si realmente merece la pena haber llegado "tan lejos" o quizá no haber conseguido avanzar realmente hacia ningún sitio mejor) porque ha habido hombres y mujeres (aunque hayan estado silenciadas y se les haya negado la palabra y el derecho a ser escuchadas) que se han plantado ante la realidad y "la han pensado".
Por eso, creo que es necesario e imprescindible ( como si no fueran la misma cosa) que nuestros jóvenes y nuestras jóvenes salgan de los centros educativos capacitados de verdad para emprender el difícil camino de dar forma a la vida que realmente quieren.
"Una vida que no ha sido pensada no merece la pena ser vivida", como hace ya mucho tiempo dijo Sócrates.

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